ASOCIACIÓN ESPAÑOLA PARA EL FOMENTO DE LA RAZA BULLDOG FRANCÉS
ASOCIACIÓN ESPAÑOLA PARA EL FOMENTO DE LA RAZA BULLDOG FRANCÉS 

La alimentación del cachorro

Fuente: Vetpunta.com 

 

El desarrollo y el crecimiento de los cachorros de algunas razas se completan el primer año de vida, por lo tanto este periodo es de una importancia vital y marcará su futuro en todos los aspectos; la alimentación es uno de ellos. Durante estas 52 semanas necesitará satisfacer las necesidades nutricionales de la manera más equilibrada posible para conseguir un desarrollo satisfactorio de las funciones vitales, unos huesos y dientes fuertes, una buena visión y un pelo sano y brillante. 

 

En momentos determinados de esta etapa necesitará hasta el doble de nutrientes que un perro adulto. Las necesidades calóricas de los cachorros disminuyen gradualmente hasta las necesidades de un perro adulto en un tiempo que depende de cada raza, de manera que entre las 6 y las 8 semanas requieren hasta tres veces más que las de un adulto.

 

Cuando el cachorro tiene 16 semanas, la cantidad anterior menguará hasta dos veces la cantidad de un adulto.

 

El crecimiento del cachorro es muy rápido, de manera que la alimentación deberá ser muy específica para proporcionarle la nutrición necesaria y adecuada de formar una estructura ósea fuerte, unos buenos músculos y suficiente energía para crecer. Los estudios que se ha realizado en Affinity demuestran que la comida de los cachorros debe ser rica en calorías y en nutrientes esenciales, como los aminoácidos, que forman las proteínas, el calcio y el fósforo. 

Una dieta correcta y equilibrada

Si la dieta que proporcionamos a nuestro cachorro es completa y equilibrada no es necesario añadir ningún complejo vitamínico. Es más, se ha demostrado que el exceso de ciertas vitaminas puede ser tóxico, y que, por ejemplo, el abuso de calcio, fósforo y la vitamina D puede alterar el desarrollo de los huesos. 

 

Para saber qué tipo de alimento proporcionamos a nuestro cachorro deberemos fijarnos en las etiquetas de los envases.

 

 

Las etiquetas poseen el análisis garantizado de los niveles mínimos de grasa bruta y los máximos de fibra bruta y humedad. La etiqueta también debe indicar si el alimento es apropiado para todas las etapas de la vida (gestación, lactancia, crecimiento y mantenimiento adulto) o sólo para una etapa concreta. 

 

Si el producto no proporciona una nutrición equilibrada y completa la etiqueta debe indicar que no se debe administrar como única fuente de alimento, o contener alguna información similar. Por ejemplo, los snacks que damos al cachorro como premio no son alimentos completos y además tienen muchas calorías, por lo tanto no los debemos administrar como alimento único. También debemos asegurarnos que los alimentos se hayan sometido a estudios y controles. Si no encontramos la información deseada en la etiqueta del producto consultaremos con el veterinario o contactaremos con el fabricante. 

Su espacio para comer

El espacio del que dispondrá el cachorro para comer deberá ser siempre el mismo; deberá estar en un lugar de fácil acceso, y que no sea de paso para que el cachorro coma tranquilo. No cambiaremos esta ubicación a no ser que sea necesario. 
Es importante que mantengamos siempre los recipientes limpios, que estén sujetos o pesen para que no vuelquen con facilidad y que tengan debajo una alfombra o papeles para facilitar su limpieza.

 

Deberemos tener especial esmero con el agua y procurar que no le falte, y que esté siempre limpia y fresca. 

 

Entre las seis y las ocho semanas de edad le alimentaremos tres veces al día. Retiraremos el recipiente al cabo de 20 minutos aunque se lo haya comido todo en dos o menos. Este procedimiento es muy importante para su educación. A los seis meses empezaremos a darle de comer dos veces al día hasta que se haga adulto. 

 

Es importante que controlemos que no alcance sobrepeso, así que consultaremos las raciones adecuadas en las bolsas de los alimentos, ajustaremos las cantidades y, si es necesario, pediremos consejo al veterinario. Debemos saber que el estómago del cachorro no debe sobresalir y que hemos de poder palparle las costillas. 


Puede que con el cambio de hogar, el cachorro sufra trastornos leves que le produzcan problemas digestivos, así que, aunque es mejor no cambiarle la dieta, si no queda más remedio lo haremos de manera progresiva durante 7 ó 10 días y de la siguiente manera: primero mezclaremos un poco de la nueva comida con la habitual, e iremos aumentando esta dosis a medida que, también durante diez días, disminuyamos la dosis de la habitual. Este proceso es especialmente importante en el cambio de comida enlatada a comida seca. 


Con cachorros no destetados o razas pequeñas a veces es necesario humedecer el pienso con un poco de agua para facilitar su ingestión. A medida que crezca podemos disminuir la cantidad de agua o mantenerla. 

Qué no debemos darle

No le daremos nunca agua muy fría porque puede hacerle daño. 


No le daremos huesos. Podría atragantarse con ellos o rasgarse el cuello, el estómago o los intestinos. 
Tampoco le daremos restos de comida. Podría adquirir un mal hábito si lo toma como un capricho, y le podría producir obesidad ya que son ricos en calorías. 
No le daremos comida mientras nosotros estemos comiendo en la mesa, ni permitiremos que nadie lo haga ya que podría acostumbrarse a pedir o a coger la comida de la mesa. 


No le daremos comida de gato ya que, como es lógico, esta comida está exclusivamente destinada a las necesidades del felino y no a las del cachorro. 


Durante el adiestramiento es importante premiar al cachorro con una pequeña golosina, una galleta o una bolita de pienso, si actúa correctamente y obedece, pero debemos evitar darle golosinas o premios entre las comidas. 

 

Los premios no deben ser alimentos humanos ya que algunos, como, por ejemplo, el chocolate, son tóxicos para el cachorro.

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