Deshacerse del animal es un mito. Basta una buena introducción para que la convivencia entre ambos sea segura.
Nueve meses es tiempo suficiente para preparar al perro para la llegada de un niño
Por eso, vale la pena tomar medidas inmediatamente cuando se conoce la noticia para evitar que el nuevo integrante produzca una crisis de celos caninos. “Lo importante es ir adecuando los hábitos de las mascotas. Por ejemplo: si el perro dormía con los dueños, sobre la cama o al lado de ella, lo mejor es ir sacándolo de a poco y llevarle su cama cada vez más lejos del dormitorio, hasta llegar al lugar donde definitivamente estará, que puede ser la cocina u otra pieza”.
La idea, agrega, es que el cambio sea tan gradual que el perro no asocie la llegada del niño con el hecho de dormir lejos de sus amos.
Otra precaución que hay que tomar con tiempo es desparasitar al perro. “Lo ideal es hacerlo cada tres meses, pero puede ser más seguido para evitar riesgos”, recomienda Daniela.
Presentación formal
Cuando llega el momento en que por fin se conocen, hay que tomar ciertas medidas y permitir que el perro se acerque. “Es esencial que el primer encuentro sea vigilado. Además, ojala sea en territorio neutral, como el jardín o la cuna del niño y no en un lugar que la mascota reconozca como suyo”, advierte la veterinaria.
También es muy importante dejar que el perro huela al niño, ya que “es la única forma de que sepa quién es, lo reconozca como parte de la familia y no sienta ansiedad por este nuevo ser que entra a su vida”. Además, no gritarle ni pegarle si se acerca mucho “porque va a relacionar al pequeño con castigo”.
La veterinaria es enfática al decir que los ataques caninos a los niños son casos aislados y que responden a problemas anteriores del perro.
“La mayoría de los accidentes se producen porque el perro se apoyó en la cuna y la dio vuelta o porque le puso la pata encima o porque el niño tenía una galleta en la mano y se la quitó, pero es muy extraño que deliberadamente quiera atacarla”.
Una de las preguntas más frecuentes de los futuros padres es cómo introducir un nuevo bebé en un hogar en el que reside un perro. Normalmente esta cuestión genera muchas dudas ya que existe cierto miedo a las futuras interacciones entre el niño y el perro. Por fortuna, la mayoría de las mascotas miran a los niños con curiosidad y no presentan signos de agresividad hacia ellos. Sin embargo, algunos perros pueden percibir a los bebes como un mamífero extraño y una posible pieza de caza, sobre todo, aquellos que nunca han visto a un bebé y, por tanto, no pueden reconocerlo como una cría de los seres humanos. Para ayudar a prevenir accidentes, debemos tomar algunas precauciones.
Tomar precauciones para evitar accidentes
En primer lugar tenemos que asegurarnos de que nuestra mascota no tiene ningún problema de agresividad hacia los niños o adultos o de que no haya presentado ningún comportamiento predatorio (de caza)
hacia pájaros, gatos o cualquier otro mamífero.
Si el perro ha manifestado algún tipo de agresión anteriormente, los padres deben consultar a un terapeuta del comportamiento animal. Éste puede evaluar al animal e indicar, si fuese necesario, un plan de trabajo para reducir la probabilidad de que el perro pueda ser agresivo con el nuevo niño.
Los propietarios de perros sin problemas deben saber que sus conductas con la llegada del bebé, al recibir menos atención que antes. El perro puede recurrir a realizar actividades destructivas para llamar la atención o hacerlo simplemente para aliviar el aburrimiento. Puede ocurrir que si se trata al animal más severamente cuando se aproxima al niño, o se le aísla para no molestarle, el perro puede establecer una asociación entre el niño y el nuevo trato. Por ello es aconsejable que el perro participe de la nueva situación familiar, si bien teniendo siempre una constante vigilancia, para que aprenda a incorporar al bebé como un miembro más de la familia.
Por favor, es esencial recordar que un animal no debe estar solo con un niño en ningún caso. No porque los perros sean agresivos con los niños por naturaleza, sino porque estos últimos pueden
tener reacciones extrañas hacia el animal cuando éste se les acerca para buscar contacto físico, o simplemente para abrazarles para mostrar cariño.
Hasta que el nuevo miembro de la familia no sea mayorcito para comportarse apropiadamente con el animal doméstico, aproximadamente a los 10 años, no se debe permitir que los niños y perros actúen
recíprocamente sin saber cómo responden en esas circunstancias.
Esta es una medida de seguridad muy importante que protege tanto al niño como a la mascota.
Instrucciones para los nuevos padres
No disciplinar al perro cuando se manifieste curioso alrededor del niño.
Dejar que el perro huela y vea al niño.
Asociar experiencias agradables con la presencia del niño.
Dedicar especialmente 10 minutos al día a interaccionar activamente con el perro.
No dejar totalmente solos a niño y perro.
No aislar totalmente al perro del niño.
Procedimiento antes del nacimiento
El proceso de introducción del bebé debe comenzar antes de su nacimiento. En este procedimiento se deben seguir los siguientes pasos: En primer lugar y como condición indispensable, cualquier
propietario en estas circunstancias debe asegurarse de tener un buen control sobre su perro mediante una educación básica.
Este proceso, cuando se parte de "cero", nos ocupará aproximadamente un período de un mes. Antes de llegar el bebé se debe establecer un horario regular de alimentación y paseos que se ajuste a la
realidad de las futuras circunstancias. Deberá respetarse cuando el niño esté presente. Incluirá de uno a dos paseos diarios de una duración de 5 a 10 minutos, dedicados exclusivamente a atender las
necesidades del animal. Durante esos paseos, se ha de acariciar al perro, cuidarlo, hablarle despacio y cariñosamente, jugar con él y sus juguetes, darle masajes y todo aquello que al propietario le
apetezca y sepa que a él le gusta.
Para llevar a cabo este intercambio con éxito, hay que buscar los mejores momentos del día, aunque sea levantándose cinco minutos antes. Al dueño también le servirá para relajarse. Esta es una buena manera de indicar al animal que a pesar de todo lo que está sucediendo, él también es importante y cuenta para la familia.
El cambio de horarios hay que realizarlo lo más pronto posible. Un buen momento sería al comenzar la educación básica o el reforzarla, si el perro ya está educado. Para que el paseo del bebé en cochecito acompañados del perro no suponga un esfuerzo extra, debe enseñársele a caminar a un lado con correa antes del nacimiento del niño. Esto contribuirá a tener un buen control sobre el animal.Las áreas donde permanecería el bebé tendrán un olor característico a emanado de los artículos que utiliza el niño (pañales, lociones, polvos y otros objetos), que es interesante para el perro. Se ha de permitir que éste se acostumbre a ellos olfateándolos antes de la llegada del bebé. El propietario puede también manosearlos e impregnarse de su olor para que el perro le huela.
Igualmente, los objetos o la ropa del bebé pueden ser atractivos para el perro, por lo que permitiremos que juegue con ellos enseñándole modales y utilizando las órdenes básicas. Cuando el bebé esté presente, tomaremos algún objeto o ropa que el niño ha usado y se los enseñaremos al animal para que se familiarice con ellos y sepa que también hay un niño involucrado en la familia. Tener la precaución de realizar los arreglos necesarios para que el animal pueda estar separado de las visitas o del bebé en algún momento, es un aspecto importante.
Estas modificaciones, sin embargo se han de realizar antes de la llegada del niño, para que el perro pueda acostumbrarse y no se sorprenda. No es aconsejable llevar a la mascota a un residencia canina. Es preferible tener al perro vigilado dentro de casa por que esto disminuye la tensión. Los perros incrementan la tensión en las perreras o residencias y se vuelven temerosos a su regreso al hogar, por lo que pueden asociar su estado de miedo con la llegada del bebé. Cuando el bebé entre en casa, el propietario necesitará ayuda.
Debe poder saludar y prestar atención a los animales sin tener que decirles que se marchen, o arriesgarse a intervenir porque estén molestando al bebé. Alguien debe poder sostener al bebé mientras el dueño saluda a sus mascotas. Si se trata de un animal que salta al saludar, se le debe poner en otro cuarto hasta que todo esté tranquilo y el propietario pueda entrar a saludarlo. Si el animal es difícil de controlar debe colocársele una correa pero, antes, hay que saludarle de forma efusiva. Sólo debe empezar la presentación de los animales al bebé cuando todo esté tranquilo y bajo control, con los animales callados y en calma, cuando todo regrese a una situación normal. Este proceso puede durar de unos 15 a 30 minutos.
Una vez estemos listos para comenzar con la presentación de los animales, alguien debe hacerse cargo del bebé para que el propietario pueda supervisar al perro. El animal puede oler y explorar al bebé. Si se manifiesta temeroso del niño, es aconsejable hablar suavemente con él, frotarlo, darle masaje y animarlo para seguir oliendo al bebé. No hay que sostener ni mover al pequeño en el aire delante del perro, pues podría incitar al animal a arremeter contra el niño. Esta es una conducta inapropiada y potencialmente peligrosa. En todo momento debe haber tranquilidad y la situación ha de estar totalmente controlada. Aunque un lametazo pueda ser aceptable, se debe detener al animal al instante. Si se presentan lloros o gruñidos al bebé, hay que ser capaz de corregirlos verbalmente
Si no es así, el dueño ha de colocar al animal en otro cuarto hasta que esté tranquilo. Cuando se calme, se podrá probar nuevamente la presentación. El propietario ha de recordar que debe impedir cualquier conducta errónea, antes de que se produzca, sobresaltando al animal para que cese, y entonces, reforzar otra conducta más adecuada. Si el dueño está solo durante las primeras semanas, los animales deben estar guardados en presencia del niño. Es imposible atender a los dos y tener la seguridad de poder reprimir una mala conducta del perro.
También es importante considerar el estado de la correa y su longitud que, en caso necesario, se podría utilizar para tener bajo control al perro en presencia del bebé. De esta forma, el animal puede estar cerca del niño y el dueño puede acariciarlo, pero el perro no puede arremeter para localizar y alcanzar al bebé. Si después de 3 semanas, el animal acepta al bebé sin presentar malas conductas, se puede estar tranquilo. No obstante nunca hay que dejar solos al animal y al niño. Es erróneo pensar que el bozal evita posibles lesiones. El cráneo de un niño es muy débil como para soportar una envestida de un perro y puede llegar a producirse una fractura sin que hubiese intención. Un bozal puede prevenir una mordedura, pero no disuade al perro de arremeter contra el niño.
Bajo ninguna circunstancia un animal doméstico puede dormir en el mismo cuarto que un niño.
Es aconsejable usar un intercomunicador para poder cerrar la puerta de la estancia del bebé mientras duerme.
CONCLUSIONES
Exposición gradual del perro y bebé.
Supervisión permanente.
Prevención de respuestas incontroladas.
Educación básica como entrenamiento preventivo.
Controlar el comportamiento del perro y del niño.
No excitar al animal. Los niños no deben alterar el sueño de los perros.
Miguel Ibáñez Talegón
Veterinario. Profesor de Etología y Protección Animal Jefe del Servicio de Etología Clínica Facultad de Veterinaria. Universidad Complutense de Madrid.